en un parterre cualquiera, creado durante la desproporción inmobiliaria que se
instaló en España hace algunos años, hoy olvidado por el mantenimiento
municipal, ha crecido un jardín de malas
hierbas. Espacio verde con fecha de caducidad. El breve tiempo que falta
para la llegada del calor y que todo se transforme en pasto. Jardín okupa que la primavera ha hecho posible
y, aunque parezca iluso, algunos somos capaces de valorar, aprovechar y
disfrutar.
una pregunta en Facebook junto a la imagen de una Centaura pullata ¿Será
posible crear un jardín de “malas hierbas”? Lo pongo siempre entre comillas
porque no considero las hierbas malas en sí mismas, solo en ocasiones crecen
espontáneas en el lugares donde pueden suponer un perjuicio, normalmente económico
a la agricultura, pero por lo demás solo están ahí y tienen todos los beneficios
ecológicos para una ciudad que los mejores parques y jardines. Es cierto que en
los terrenos degradados donde se desarrollan muchas veces las acompañan un
sinfín de desperdicios, pero de eso no podemos echarles la culpa ¿verdad?
pregunta no dejaban de ser un conjunto de buenas
voluntades, puede ser, esperemos y quizás. No quiero parecerme al anuncio de una entidad financiera,
pero a veces vivimos demasiados condicionados. Para empezar a creer en el
jardín de “malas hierbas”, tenemos que concienciarnos de que un espacio verde
de plantas espontáneas puede ser hermoso, que lo necesitamos en los nuevos planes
de desarrollo urbanístico donde se prohíben cada vez más herbicidas por el riesgo
que suponen para la salud humana y donde el mantenimiento se hace imposible
desde el punto de vista económico. No hay personal humano en un servicio de
parque y jardines que pueda ejecutar todo ese control sin recurrir a la química.
Tenemos que concienciarnos al hecho de que aparezcan algunas “malas hierbas” en
un alcorque y no tiene por ello que ser feo o resultarnos que esté desatendido,
convencernos de que no todos los bichos que surgen junto a estas plantas pican
o molestan, es más, los perjudiciales son los menos abundantes.
que el existe el jardín sin mantenimiento, un espacio verde de estas características es más económico
en la ejecución y en el mantenimiento, pero requiere de una puntal labor
jardinera para llevarlo a cabo. Hay que preparar el terreno, hay que elegir un
número poco elevado de especies de hierbas capaces de permitir una floración
continuada, el jardinero también tiene que sembrar, debe conocer que especies
forman parte del jardín y cuáles no para seleccionar las plántulas intrusas eliminándolas
y, por supuesto, debe regar.
utopía, un sueño bonito, pero que en verano se secaran, se echaran al suelo, que
habrá peligro de incendios, habrá quién pregunte ¿esos hierbajos son un jardín?… Pues sí, es posible que ocurra
todo eso, que me esté dejando llevar por un imposible, pero cuando paso junto a
uno de esos parterres dejados de la mano de Dios, mientras el viento mece los Echium vulgare, Diplotaxis vulgare, Taraxacum
officinale, Asphodelus albus, Papaver
roeas y Avena fatua, crece en mi
cierta esperanza de un futuro con ciudades en donde todos sus habitantes, tanto
humanos como bichos y “malas hierbas”, nos aceptemos de forma natural. Después
de todo, compartimos planeta y, en la mayoría de los casos, nos necesitamos mutuamente.
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Echium vulgare |
Gracias por perder unos
minutos de tu tiempo leyendo este post.
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