puedo quejar de vivir en una ciudad como Sevilla, pero también es verdad que
presenta algunas carencias entre las que destaca la falta absoluta y total de
un otoño típico. Sí, uno con esas estampas bucólicas de parques y jardines
cubiertos de colores dorados, pardos y rojos. Consulto con avidez mi cuenta de Instagram y observo todos esos hermosos
paisajes urbanos que no están a mi alcance o leo artículos digitales publicados
por revistas especializadas tipo National
Geographic sobre “los cinco paisajes
europeos para recorrer en otoño”… y en esos momentos siento algo de envidia
insana.
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Otoño en Parque del Retiro de Madrid |
18 de octubre el termómetro municipal está marcando 29º C a las 21:00 horas, es
complicado que pueda asombrarme con hojas de tonalidades reservadas únicamente
para el otoño. Pero Sevilla es así, en lo climatológicamente hablando, porque
como buen sevillano hago gala del chovinismo que nos caracteriza y, por lo
demás, Sevilla tiene un color especial
aunque cuando llega el equinoccio de otoño ni nos enteramos.
pasando por un verano muy largo de casi nueve meses hasta llegar a un inverno
suave y beligerante que se pasa en el suspiro que duran tres meses. Ahora está
empezando a llover, pero cualquier
parecido razonable con el otoño es pura casualidad, pues no deja de ser una
lluvia acompañada de mucho calor unida a la presencia de las Cotorras Kramer que abundan en el arbolado
de la ciudad y, el trío formado por temperatura, lluvia y cotorras, crean un
efecto más parecido a una selva monzónica
que a otra cosa los escasos días que caen precipitaciones.
no he perdido el interés en los árboles, en observarlos y hacer fotografías que
rápidamente subo a Instagram, eso sí, no esperéis encontrar copas doradas en
los arboles u hojas caídas en el suelo creando un manto. En mi otoño los arboles permanecen ajenos al paso de días del
calendario, no desprenden sus hojas siendo algunos casos realmente
excepcionales. El mejor ejemplo es la
Jacaranda o Jacarandá (según quien lo nombre), que tan solo pierde las
hojas durante tres semanas en ¡febrero! Así que para poder quedarme atónito,
embobado, con paisajes otoñales tengo que asomarme a la única ventana que en mi
latitud me los proporciona: la pantalla del ordenador o del smartphone.
fabuloso y ansiado Otoño Dorado inédito
en estos lares, viajando virtualmente hasta países como Polonia, Reino Unido,
Francia, Alemania o Bélgica, también en ciudades de nuestro país, si subimos un
poco más al norte desde mi ubicación encontramos maravillosas estampas
otoñales. Ese otoño sí lo he podido contemplar con mis propios ojos, como aquel
en otro octubre, hace… una vida, en el Parque
del Buen Retiro de Madrid.
desgracia en la actualidad los días se suceden a un ritmo de vértigo, sin llamada
a la parada como en el autobús para bajar, y hace que estas visitas sean tan esporádicas
que normalmente no me puedo detener, relajarme, respirar, dejar que las nubes
pasen por encima de mi cabeza, oler a tierra mojada, sentir la humedad de la
hojarasca, disfrutando en buena compañía o en la más completa soledad, dejar
pasar el tiempo para, en definitiva, no hacer nada o hacer de todo, pero de esas
cosas que he dejado de hacer, que he olvidado por atender un irrelevante mensaje
de whatsapp, un email urgentísimo o una llamada disfrazada de importancia,… he permitido
que estos hábitos ocupen un lugar en mi vida en detrimento de otros y,
finalmente, he terminado acallando la voz interior, esa misma que me dice que
aunque inédito, estamos en otoño.
de arboles durante el otoño en Instagram.
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Árbol del Coral (Erythrina crista-galli) |
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La copa de una Jacaranda reflejada en un charco |
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Júpiter (Lagestroemia indica)
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