Sabemos que la botánica es la ciencia encargada de estudiar a las plantas como los seres vivos que son, muy distantes entre sí pero que tienen en común la capacidad de realizar la fotosíntesis. Para poder enfocar esta disciplina y establecer sus bases de estudio, ha sido necesario hacer la descripción, clasificación, distribución e identificación de las especies conocidas…¡Y las que quedan!
Correhuela (Convolvulus arvensis) © Jardines Que Me Gustan
Además, la botánica también se adentra en otros aspectos relacionados con las plantas y que tienen que ver con su comportamiento. En este apartado se incluye las relaciones entre ellas, las relaciones con otros series vivos y el efecto que provocan en el lugar donde crecen. Estos tres puntos pueden crear conflicto en determinados contextos, pues algunas plantas son autenticas especialistas en colarse donde no han sido invitadas realizando una auténtica intrusión botánica.
El caso más obvio de intrusismo vegetal es el de las hierbas adventicias, aquellas espontáneas que ocupan lugares destinados a las plantas ornamentales del jardín o, incluso, emergiendo en entornos urbanos. Las vemos emergiendo en alcorques, en medianas de la calzada y en espacios inverosímiles como son las grietas de la calzada.
Vegetación creciendo en una grieta de la calzada © Jardines Que Me Gustan
Hierbas que viven en las ciudades y que se relacionan entre ellas, ya sean de la misma o de distinta especie, colaborando al atraer insectos que les benefician para su propagación o compitiendo por los recursos de los que disponen. Se relacionan con otros seres vivos, como los mencionados insectos, pero también con otros animales como pueden ser aves y, por supuesto, con nosotros los ciudadanos, que observamos como crecen en lugares donde no les corresponden y tendemos a considerar esos espacios como degradados.
Viborera (Echium vulgare) © Jardines Que Me Gustan
Esto último depende, claro está, de los ojos como miremos a las hierbas adventicias. Y es que dependiendo de nuestro grado de prejuicio podemos considerar una misma planta como una hermosa flor o como una mala hierba. A ver, que también es cierto que tampoco se pueden dejar alcorques floridos sin ningún tipo de control, pero ya se realizan en algunas ciudades europeas experiencias destinadas a dotar de vida alcorques más allá de un triste fuste aislado y que están teniendo muy buen resultado.
Evitando la competencia entre las hierbas para que no haya una predominancia, obtenemos alcorques y otros espacios urbanos que nos acercan al medio natural. Si permitimos alcorques floridos, las calles poseen mayor valor ornamental e incrementamos la biodiversidad tan necesaria en las ciudades.
Ombligo de Venus (Umbilicus rupstris) © Jardines Que Me Gustan
En conclusión, si somos un pelín permisivos con las hierbas que crecen espontáneas, estaremos construyendo entornos urbanos más resilientes que, cuando estén bien implementados, serán capaces de adaptarse a los cambios adversos que puedan producirse.
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