Jardín Botánico Histórico de la Concepción, es difícil pensar que te puedas
sorprender en otro lugar, con otras plantas, con otras flores. Justo en ese
momento ¡zas! aparece algo que te deja boquiabierto. Ocurrió mientras fui al
vivero de compras. Poca cosa, un saco de sustrato vegetal, otro saco de abono
de triple acción con nitrógeno, fosforo y potasio, algunas aromáticas,
suculentas…, de repente, cuando empujaba el carrito cargado por las calles que
separan los distintos espacios reservados a las plantas, me topo con esta
espectacular Medinilla.
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Medinilla magnifica |
Ya no paso tanto por
los viveros como antiguamente. En realidad, “antiguamente” no estaba de paso,
trabajaba allí, y creo que no puede haber un espacio que reúna de manera más
eficaz todos los beneficios para entornos laborales. Es cierto que mi labor era
de oficina, pero desde mi ventana podía observar la espesa y variada vegetación
cambiante, los clientes pasando, algunos solo mirando y otros con el carrito
lleno de plantas, la lluvia cuando se dignaba a parecer por Córdoba y hasta
nevar en alguna ocasión.
estuviera obligado a permanecer pegado a la silla durante las ocho horas. Mi sitio favorito para hablar por el móvil
estaba justo detrás de mi oficina, un espacio reservado para Bojes y Olivillas
de bola, Cyca revoluta, Strelitzias
(o ave del paraíso), Musa paradisiaca
y tres contenedores de los grandes para árboles con Buganvilla mini tahi que eran un auténtico espectáculo ¡Anda que no
he despechado a clientes, jardineros y proveedores desde allí! Una delicia en
verano cuando se colocaban las mallas de sombreo e inmediatamente tras el
riego.
que no pudiera relacionarme con mis compañeros, los empleados del vivero, a
pesar de que no hiciéramos la misma labor. No me he convertido en un sociópata
aún y, yo creo que como todo el mundo, necesito relacionarme con el resto de
empleados aunque fuera para hablar sobre el último partido del Real Madrid.
También hablábamos sobre temas relacionados con el vivero y las plantas, no he
visto a personas más entendidas en botánica y, sin que ellos mismos fueran
conscientes, en latín. Me gustaba acompañarlos cuando llegaba algún camión de
Holanda o Italia con planta nueva y ver que contenían las bandejas que
trasportaban.
jefe, llegué a darme numerosos paseos entre las estrechas calles que
almacenaban las colecciones de especies vegetales. Existían dos motivos para
que me permitieran dedicar este tiempo a pasear al aire libre, el primero,
porque así podía aprender sobre las distintas plantas, su nombre, fisiología,
color de flor y fruto, follaje, textura y, por supuesto, el precio de venta al
público, pues el segundo de los motivos era que debía de conocer las plantas
que teníamos en stock para después
incluirlas en los diseños de jardines que realizaba.
que estoy viviendo un momento de esos en que parece que cualquier tiempo pasado es mejor, pero no es verdad. En realidad en
aquella época ya pensaba que trabajar en un vivero era genial y, como podréis
comprender tras este relato, sigo pensando igual. Dudo que otros ambientes de
trabajo puedan superarlo. Ya no trabajo dentro un vivero y, a pesar de que he
perdido esta perspectiva, por otro lado he ganado el que cuando voy a uno sea
capaz de volver a sorprenderme con la variedad de flores de vivero. Un lugar
que no deja de ser un jardín intermitente, constituido de plantas fugaces,
efímeras, que solo se encuentran allí por una breve temporada, hasta que llega
el momento de ser incluidas en su ubicación definitiva.
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Strelitzia reginae |
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Cala o Lirio de Agua (Zantedeschia aethiopica) |
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Otra Cala o Lirio de Agua esta vez en negro |
Gracias por perder unos
minutos de tu tiempo leyendo este post.
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