Es curioso el poder que tienen las palabras y como algunas van cayendo en desuso ¡Qué le vamos a hacer! Las modas se imponen y el vocabulario se ve influenciado por estas dinámicas verbales. Según la RAE una brizna es un filamento o hebra, que en realidad puede ser de cualquier material, pero especialmente se refiere a plantas o frutos. Filamentos de hierba que vuelan impulsados por el viento y que de alguna manera anuncian cuando comienzan a emerger praderas en primavera, primero verdes, luego multicolores.
Brizna de hierba en un prado © Jonathan Sautter
Si bien es cierto, unas veces porque la naturaleza es caprichosa, así como, otras veces porque nosotros los seres humanos lo degradamos todo, existen casos en los que es necesario dirigir de alguna manera el proceso natural de selección de semillas y siembra para que cuando queramos crear una pradera en un espacio verde sea un éxito.
Pradera de Calamagrostis canadiensis © USFWS Montain Prairie
Así es como como surgieron las hidrosiembras, una actividad jardinera que consiste en realizar un selección de semillas de especies herbáceas idóneas por sus características botánicas para un lugar determinado, coger esta mezcla de semillas en la proporción indicada por el fabricante, introducirla en una cuba especial para esta función, unirla a una cantidad de agua y, posteriormente, realizar la siembra a presión.
Hidrosiembra © Dominio Público
Las hidrosiembras se empezaron a realizar para poder sembrar praderas en terrenos de difícil acceso, con una amplia superficie a cubrir o con un elevado grado de degradación. El ejemplo más gráfico y que contempla todas estas situaciones es el de la restauración de taludes con mucha pendiente en carreteras recién construidas. Sin embargo, en la actualidad se contemplan actuaciones de hidrosiembras en otros muchos casos como puede ser para cubrir la superficie de un parque público urbano.
Estas praderas de hidrosiembras han sufrido una evolución. Así hemos llegado hasta las praderas de flor, una nueva vuelta de tuerca a la recreación de praderas en la se busca un efecto preciosista, casi onírico. El resultado son paisajes donde las flores, el color y la diversidad acaparan protagonismo.
Pradera natural © Steven Feather
La pradera de flor esta controlada a través de una selección de semillas de hierbas que garantizan una floración con un amplio espectro de color y prolongada en el tiempo, a diferencia de una pradera natural o la pradera de hidrosiembra. Esto quiere decir que se encuentra planificada para sorprender y maravillar con un hermoso tapiz de flores.
Existen pocas cosas tan hechizantes como contemplar una pradera de flores en primavera, y de este poder de ensimismamiento han emergido ideas traducidas en proyectos que recrean paisajes casi magnéticos.
Pradera con flores © Dominio Público
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