Un jardín, aunque artificial, no deja de formar un ecosistema en el que interactúan, entre ellos y con el medio, diversos organismos vivos: plantas, insectos, aves o pequeños mamíferos. Todos ellos de suma importancia para propiciar la existencia de una circulación de biomasa que garantice el equilibrio natural en el conjunto del espacio verde.
La importancia de la biodiversidad en el jardín © Jardines Que Me Gustan
Al realizar el diseño de un jardín decidimos las especies vegetales que lo van a poblar, así como, los elementos que conforman el mobiliario del mismo e, incluso, algunas estructuras o edificaciones. Sobre plano todo queda muy limpio, aséptico; se hace el replanteo de tierras del terreno, se instala el sistema de riego y se coloca toda la infraestructura no vegetal.
Vegetación de un parque público © Jardines Que Me Gustan
Hasta este momento se ha podido seguir un cierto control aquel diseño inicial, pero llega el momento de la plantación. Y es que, en cuanto entran en escena los primeros seres vivos que conformarán el futuro jardín, empieza a ser algo más complicado el influir en la propia evolución de las plantas.
Las flores contribuyen al flujo de biomasa © Jardines Que Me Gustan
Independientemente de que hayamos elegido plantas adaptadas según el clima y el lugar a donde van a crecer, cada una de ellas como individuo es única. Sabemos en un elevado porcentaje como se va a comportar pero no podemos garantizar totalmente como se desarrollará y como esta presencia afectará de alguna manera al ecosistema que pretendemos crear.
El flujo de biomasa
Las raíces de estas plantas removerán el suelo, desprenderán materia orgánica mejorando estructura, textura y recursos, los cuales se presentan en forma oxigeno, agua y nutrientes. Condiciones idóneas para la vida en el subsuelo. Otros organismos aprovecharán estas circunstancias y se instalarán en este subsuelo que se enriquecerá aún más debido la actividad de estos organismos.
Raíces penetrando en el suelo © Jardines Que Me Gustan
Bacterias, lombrices y hongos realizan una importante misión descomponiendo la materia orgánica y transformándola en sustancias que pueden ser aprovechadas por insectos o animales zapadores para continuar con el ciclo de vida en el ecosistema del jardín. Los hongos, además, pueden aliarse con las raíces de algunas plantas. Una alianza llamada micorriza y que supone una simbiosis en la que ambos organismos se benefician, mejorando a su vez el entorno.
Volviendo al exterior, aparecerán en el jardín numerosos insectos. Y si bien unos poquitos de estos pueden ser perjudiciales, la inmensa mayoría son beneficiosos o en el peor de los casos inocuos. Atraídos por las flores de las plantas aquellas que plantamos, mariposas y abejas llevarán polen de una flor a otra favoreciendo la polinización y la propagación de las especies vegetales.
La vegetación favorece el ciclo del agua © Jardines Que Me Gustan
También habrá aves que pongan su parte para llevar polen de un lado a otro, así como, transportarán semillas de frutos de los que se alimentan haciendo que exista descendencia de las plantas del jardín a kilómetros de distancia.
La zoocoria es el fenómeno con el que se conoce al trasporte de propágulos de plantas a través de animales. Cuando el trasporte de propágulo vegetal lo realiza el viento se llama anemocoria.
Y lo cierto es que el aire donde crece y evoluciona el jardín también se encuentra influenciado por la actividad de las plantas que lo habitan. Vegetales que con su actividad vital absorben la energía luminosa del sol, la transforman en sustancias químicas y desprenden oxigeno a la atmósfera favoreciendo el ciclo del agua tan importante para mantener la biodiversidad en el ecosistema del jardín.
Las plantas desprenden oxígeno a la atmósfera © Jardines Que Me Gustan
Los acontecimientos que ocurren en este micromundo lleno de vida nos lleva a reflexionar sobre si queremos un jardín en el que vamos contra la naturaleza, intentando controlar no solo a los organismos que habitan el jardín si no también la circulación de biomasa que se produce en él, o por el contrario, queremos ir a favor de la naturaleza, ampliando nuestro concepto de jardín bonito, permitiendo y favoreciendo la biodiversidad en el ecosistema del espacio verde.
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