El equinoccio de otoño no es solo un término que nos marca una equis en el calendario ya que la influencia que ejerce sobre los seres vivos que habitamos este planeta es importante. Sin ir lejos, el equinoccio, en mi caso, altera considerablemente duración y calidad del sueño. Y las aves, al percibir el cambio astronómico, modifican hábitos de reproducción, canto y migración.
Sendero cubierto de hojas en otoño © Dereckpics
Pero aquí hemos venido a hablar de plantas y es en los espacios verdes donde podemos encontrar la influencia más significativa del equinoccio. Una duración similar entre el día y la noche que marca el comienzo de una nueva estación, en este caso nos referimos al otoño en el hemisferio norte, y que nos deja el cambio cromático en árboles y arbustos caducifolios que a lo largo de las semanas terminaran cayendo al suelo.
Disminución de horas de luz en otoño © Neelam279
La exfoliación es producida directamente por el equinoccio, pues son la posición del sol sobre el ecuador y el posterior movimiento de la tierra los que hacen que los días se hagan cada vez más cortos. Las plantas son fotosensibles y captan la disminución en las horas de luz. En concreto, este fenómeno astronómico es percibido por las células de abscisión que se encuentran en el peciolo de las hojas.
Peciolo y hoja © RosZie
En el interior de las hojas es también evidente la influencia del equinoccio. Poco a poco va disminuyendo la presencia de la clorofila y empiezan a ganar importancia otros pigmentos vegetales como los carotenoides, encargados de los amarillos, marrones y naranjas, así como, las antocianinas, que tiñen las hojas en colores rojos y púrpuras.
Hoja amarilla de ginkgo © Claudia Wollesen
Este cambio en la monotonía cromática foliar hace que los fanáticos de bucólicos paisajes otoñales nos lancemos en estos meses a los diversos senderos que recorren el monte. Caminos rurales que pueden estar poblados con una única especie, siendo predominante un solo color o, por el contrario, que existan distintas especies y se observen pinceladas cromáticas distintas.
Hojas de castaño © Jardines Que Me Gustan
Un castañar sería ejemplo del primer caso. El castaño (Castanea sativa) es un árbol que fue distribuido en gran parte de Europa por los antiguos griegos y romanos, pues valoraban las castañas como alimento. Hoy en día resulta complicado separar su origen de los lugares donde se ha naturalizado, quedando poblaciones más o menos homogéneas de este árbol.
Y es en las dehesas pobladas por castaños, en octubre, cuando se rompe la capsula espinosa que contiene las castañas y son liberadas. Pero el fruto del castaño no es el único atractivo otoñal, pues las hojas se vuelven amarillas dejando paisajes dorados al recorrer los senderos que los surcan.
Castañar © Jardines Que Me Gustan
La variedad cromática de las hojas en otoño es más fácil de encontrar, pues se intercalan el color característico de cada especie vegetal con el verde de muchas coníferas. Si existe cierta predominancia de algunos colores dependiendo de la zona geográfica donde crecen los árboles ya que se da el curioso fenómeno de que en Europa son frecuentes las hojas amarillas, recordemos aquellas con pigmentos carotenoides, mientras que en el Norte de América y Asia son más predominantes las hojas rojas, que eran las que contenían antocianina.
Hojas rojas de acer © GoranH
Con todos estos datos podemos afirmar que la influencia del equinoccio es evidente y se nos muestra más allá del cambio astronómico constituyendo paisajes policromáticos enormemente cautivadores en esta época del año.
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