Guerra y paz en los jardines de Egeskov

El siglo XVI fue complicado en Dinamarca. El contexto histórico del Count’s Feud o Guerra del Conde, una contienda motivada por la sucesión de poder y los conflictos religiosos europeos, provocó que muchas residencias de la nobleza danesa se edificaran desde un punto de vista bélico.

Vista aérea de los jardines de Egeskov © CucombreLibre

Según cuenta la leyenda, para crear la estructura fortificada del palacio de Egeskov en 1554, fue necesario la tala de un bosque entero de robles y así poder levantar sus cimientos. De ahí el nombre Egeskov o bosque de robles.

En sus inicios la única forma de acceso al palacio o castillo, el cual se encuentra dentro de un lago, era a través de un puente levadizo. Torres defensivas, espacios para verter aceite hirviendo o lanzar flechas, escaleras y pasadizos secretos e, incluso, un pozo oculto, forman parte de esta construcción.

Palacio o Castillo de Egeskov © Bert Kaufmann

El carácter bélico con el que fue construido el Castillo de Egeskov, con su lago incluido, marcó de manera decisiva la identidad del jardín que envuelve el lugar.

Y es que con el paso de las décadas, el ambiente bélico se relajó. La paz transformó el paisaje circundante, quedando resaltados varios jardines, zonas verdes y huertos, contribuyendo a ello numerosos paisajistas y expertos jardineros.

Los jardines del Castillo de Egeskov han visto influenciados su diseño por espacios verdes de la propia Dinamarca y otros jardines más lejanos como puede ser el barroco Versalles en Francia.

Jardín barroco © Tine van Voorst

Los primeros jardines de importancia fueron creados en 1713, después de que el propietario del castillo de aquella época, Niels Krag, eliminara el puente levadizo y expandiera las comunicaciones del castillo con los terrenos circundantes que anteriormente habían sido hostiles.

Este espacio verde quedó como un viejo parque que rodea al castillo y con el paso de los años evolucionó dividiéndose en distintos jardines que le confieren al conjunto verde un aspecto ecléctico.

Lago de Egeskov © Bert Kaufmann

Hay un jardín renacentista que destaca por sus fuentes, un camino de grava y figuras de setos recortados mediante arte topiario en la que los jardineros Egeskov invierten en la actualidad cientos de horas al año en su mantenimiento.

Seto de arte topiario © Rudi Turksema

Existe un jardín de fuchsias, uno de los más grandes de Europa y que alberga más de cien especies distintas de esta planta de flor tan curiosa como hermosa.

Fuchsias en Egeskov © Shogunangel

Junto al palacio hay un jardín inglés o paisajista, un jardín acuático, un jardín aromático o culinario y una zona hortícola.

Gran parte del lugar se encuentra abierto al público, incluido los numerosos jardines. Durante los últimos 20 años no solo se ha fomentado su conservación sino también la divulgación del valor histórico y ornamental del conjunto de espacios verdes.

Rosaleda © Beth

Los jardines cuentan con la atracción de hasta cuatro laberintos vegetales. El más antiguo es de hayas y no está abierto al público porque el paso del tiempo ha hecho que las raíces sean delicadas al trasiego de personas.

El laberinto más moderno, en cambio, si es visitable. Las paredes han sido elaboradas con bambú y es el más grande del mundo creado con esta planta. Como curiosidad, cuando llegas al centro del laberinto de bambú te encuentras con una torre de estilo chino.

Laberinto © drmama

Son muchas las actividades y espectáculos que se pueden disfrutar en Egeskov. Un conjunto verde que es prácticamente un parque de atracciones, pero conservando los atractivos de un enclave histórico y unos jardines de elevado contenido ornamental.

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