Corren nuevos tiempos y eso exige renovarse. La plantación de nuevos ejemplares de árboles incrementa el patrimonio arbóreo urbano y amplia el abanico de especies en las calles. El fin que justifica esta renovación es fomentar la biodiversidad adecuándose siempre a las particularidades de cada entorno. Este es el motivo de que se haga necesario encontrar nuevas especies que puedan aceptar la responsabilidad de tomar las calles y mejorar la infraestructura verde existente.
Rama de Prunus cerasifera © Dany’s Dream
Al aumentar la diversidad arbórea disminuimos la posibilidad de que los distintos patógenos se propaguen con facilidad entre el arbolado urbano, pues virus, hongos, bacterias y plagas les costará encontrar un huésped donde se sientan cómodos. Esta barrera de biodiversidad contra enfermedades nos conduce a árboles más sanos y evita caídas de ramas, podas severas y apeos drásticos.
Photinia serratifolia © Leonora (Ellie)
Otro beneficio de incorporar nuevos árboles a las calles es que descubrimos especies que encajan mejor en el entramado urbano. Especies arbóreas con un tamaño adulto ideal para calles más estrechas y que no interfieren con el mobiliario de las calles, así como, permitir la circulación de peatones y vehículos. Todo ello sin perder un ápice de belleza ornamental.
Nuevas especies a incorporar en el entramado urbano
Uno de estos árboles que empieza a hacerse un hueco entre el arbolado de viario es la fotinia (Photinia serratifolia), una especie arbórea de la familia de las Rosáceas interesante por la coloración rojiza del envés en sus hojas jóvenes y la copiosa inflorescencia primaveral de color blanco. La fotinia es un árbol perenne, a veces usado como arbusto, que puede alcanzar hasta doce metros de altura, pero nosotros lo encontraremos en viario como un arbolillo de unos cinco metros de altura.
Floración de fotinia © Andrew Fogg
Por otro lado, desde Japón ha llegado uno de los árboles que más lucen en primavera, el cerezo de flor o sakura (Prunus serrulata), que tímidamente va ocupando los alcorques urbanos de occidente. Se diferencia de otros árboles del género Prunus, porque tiene el limbo de las hojas aserrado y por su corto pecíolo, además no produce frutos. De todas formas, destaca por sus delicadas flores rosadas que para los guerreros samuráis representaban lo efímero de su vida y las gotas de sangre derramadas en sus batallas.
Flor de Prunus serrulata © Oldiefan
Hasta ahora hemos descrito árboles pequeños, que en determinados casos pueden ser tratados como arbustos. Sin embargo la altea (Hibiscus syriacus) es el ejemplo contrario, pues se trata de un arbusto que podado con forma de arbolillo lo podemos encontrar ya en viario de localidades cercanas al mar. Es otra planta de flores singulares y, además, variados colores: blancas, rosas, moradas, etc. Cada flor tiene una vida de tan solo un día, pero como la altea produce muchas siempre podremos encontrar algunas en su copa durante su período de floración que es larguísimo, pues perdura desde primavera hasta otoño.
Flor de Hibiscus syriacus © manfredrichter
Fotinia, cerezo de flor y altea, un interesante puñado de nuevos árboles para viario que nos recuerda la importancia que tiene incorporar nuevas especies arbóreas al entramado urbano y así favorecer el bienestar en las ciudades.
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