Este
título es
sin duda una metáfora, las plantas no duermen. Al menos como lo
hacemos los humanos y los animales. Pero de alguna manera cuando
aparecen bajas temperaturas, los procesos biológicos que suceden en
el interior de los vegetales se ralentizan y las plantas se sumergen
en un letargo que culmina con la llegada de la primavera.
Rama
de árbol
en invierno
Imagen de Peggychoucair en Pixabay
Esta
latencia de las plantas es un proceso que les permite preservar los
órganos más vulnerables de las heladas. Sin embargo, la vida no se
detiene y las plantas continúan vivas. Llegar a este letargo implica
un mecanismo en el que las especies vegetales detectan las horas de
luz que reciben y que activa el momento apropiado para la latencia o
dormancia.
El
fotoperíodo es un proceso biológico a través del cual las plantas
identifican la duración de la alternancia entre
el día y la noche. De esta manera son capaces de determinar en que
estación del año se encuentran y el ciclo solar. El fotoperíodo no
solo sirve a las plantas para entrar en letargo en otoño y
desvelarse en primavera, pues se trata de un mecanismo que emplean
las especies vegetales para regular otras funciones biológicas.
Podemos
considerar que el ciclo circadiano, alertado por el fotoperíodo,
funciona como una especie de calendario que orienta a las plantas a
la hora de determinar en que momento deben entrar en dormancia. Los
vegetales (y la mayoría de los organismos vivos), poseen un sistema
que les permite detectar un cambio ambiental cíclico. En el caso del
fotoperíodo, existen unos pigmentos que detectan una determinada
onda de luz que permite saber a las plantas si los días son más
largos o más cortos. Otros factores externos que influyen en el
ciclo circadiano de los vegetales son el aumento o disminución de
las lluvias, así como, el aumento y disminución de las
temperaturas.
Quizás
sean los árboles las especies vegetales en las que mejor se detecta
visualmente el efecto del ciclo circadiano y la llegada de la
dormancia invernal. La caída de hojas en las especies caducifolias
es la señal más llamativa de la latencia. En cambio, menos
perceptible, es la parada de crecimiento de las especies
perennifolias que se detecta principalmente por la ausencia de brotes
jóvenes.
Mientras
ocurre la dormancia, el ciclo del agua en el interior de los
vegetales va mucho más despacio. Los nutrientes se desplazan dentro
de las plantas a un ritmo muy lento, aprovechando las reservas que se
han acumulado durante los períodos del año en el que la
climatología es benevolente. También, gracias a que durante la
latencia de las plantas las necesidades para vivir son mucho mas
bajas. No hay que alimentar brotes nuevos, realizar la floración con
su correspondiente polinización o engordar los frutos durante la
fructificación, pues estos son los órganos vegetales que más
necesidades de nutrirse poseen. Todos estos procesos vendrán
después, ahora nuestras plantas duermen.
Hojas
de rododendro
Imagen de Jamie92 en Pixabay
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