Los árboles de viario tienen más importancia en el entorno urbano de lo que pueda parecer. Tan solo por mejorar el aire que respiramos ya merecen una distinción. Sin embargo, nos empeñamos en que malvivan con nosotros, plantando las mismas especies, haciendo que crezcan en espacios ridículos y sometiéndolos a podas extremas, cuando lo apropiado sería aceptar su papel vital en el entramado urbano y esforzarse por hacer que convivan con nosotros.
Arbolado urbano © Jardines Que Me Gustan
La infraestructura verde de una ciudad lleva implícita la plantación de una población arbórea en alcorques que sirven para conectar los distintos parques y jardines en una ciudad. Esta vía verde ayuda a que puedan moverse de un espacio verde a otro una amplia comunidad de seres vivos, ya que de otra manera les sería prácticamente imposible realizar estos desplazamientos ¿Cuántas aves o insectos mueren por el tránsito de vehículos?
Hoja de olmo © Nicholas Erwin
El flujo de biomasa enriquece el entorno urbano, pero los árboles de viario son boicoteados desde varios aspectos. El primero de ellos es la diversidad. Es complicado encontrar especies de árboles diferentes en las calles, ya que se usan muy pocas teniendo en cuenta la proporción de especies arbóreas a nuestro alcance.
Hojas de roble © Danna & curious tangles
Una amplia diversidad arbórea favorece más cantidad de nutrientes distintos, pero útiles, que entran a formar parte del ecosistema urbano enriqueciendo la biomasa. Y un entorno urbano rico en biomasa proporciona ciudades más sostenibles, así como, de mayor bienestar para todos sus habitantes, ya sean humanos o no.
Parte aérea de un haya © Susanne Nilsson
Otro boicot que se hace al entramado arbóreo urbano tiene que ver con la falta de planificación en el momento de realizar la plantación. Cuesta ver que en un lugar dominado por el hormigón y el asfalto los árboles son seres vivos que crecen y se desarrollan, que es necesario proporcionarles alcorques donde puedan desarrollarse sin interferir en el mobiliario urbano y las edificaciones colindantes. Ya hemos visto que existe gran diversidad de árboles, cada uno de diferente tamaño alcanzada la edad adulta. Un amplio catálogo vegetal que, una vez conocido por planos o en el lugar el espacio a ocupar, podemos prever la elección apropiada para el alcorque que habitará el árbol de viario.
Arce japonés © Iwan T
Y una mala planificación, unida a lo económico, nos lleva a último boicot que se hace a los árboles callejeros. Podas de desmoche que rompen la arquitectura natural de la parte aérea del árbol, que lo dejan con apenas tres escuálidos brazos, reduciendo su salud y su esperanza de vida, incrementando la probabilidad de caída de ramas y todo porque no se tuvo en cuenta que al crecer chocaría con una fachada o porque es más barato dejar sin ramas al árbol que barrer los residuos vegetales que puedan desprenderse a lo largo del año.
Álamo © Andrey Zharkikh
Hace más de 100 millones de años, en el período Cretácico, aparecieron los primeros robles, hayas y arces. El ser humano empezó a pulular por la Tierra hace menos de 200.000 años. Es decir, que si empleamos una escala temporal para hacer una equivalencia podemos decir que estas especies arbóreas habitan nuestro mundo desde hace 1 año, mientras que los humanos llevamos aquí apenas 5 horas.
Alcorque © Jardines Que Me Gustan
Pero son los árboles los que tienen que mostrar resiliencia para vivir en ciudades, en vez de crear el ser humano entornos urbanos habitables, de realizar una correcta planificación y buenas prácticas de mantenimiento. Construir la ciudad de árboles que merecen estos gigantes prehistóricos es posible y, tal vez así, podamos reencontrarnos en una convivencia urbana sostenible.
Entramado arbóreo urbano © Jardines Que Me Gustan
Otras lecturas recomendadas:
Anémonas y su relación con el viento
La diversidad de las euforbias
Espero que te haya parecido interesante. Si es así, te animo a dejar tu comentario y compartir este artículo ¡Gracias!















Deja una respuesta